Un equipo de investigadores de la Universidad del Sur de Florida, EE.UU., realizó el más reciente intento por comprender mejor cuál es la causa de los eventos de merlán, unas misteriosas manchas de color blanco lechoso que flotan esporádicamente en las aguas generalmente poco profundas de los bancos de arena cerca de las Bahamas. Aunque desde el siglo pasado se conoce que los eventos de merlán son causados por una abundancia de partículas de carbonato de calcio de grano fino suspendidas en el agua, nunca ha estado claro por qué estas oleadas ocurren en momentos particulares, comunicaron este lunes.
Algunos expertos atribuyen la causa del fenómeno a un proceso mecánico de las corrientes marinas, que extraen sedimentos de carbonato de calcio. Otros proponen que las claves para desencadenar estos eventos pueden residir en procesos microbiológicos. “Pero en realidad no hay consenso científico sobre qué los causa“, explicó Chuanmin Hu, oceanógrafo de la Universidad del Sur de Florida.
Los investigadores reunieron los registros mensuales, estacionales y anuales más extensos y detallados jamás creados de eventos de merlán en el Gran Banco de las Bahamas. Así mismo, desarrollaron un modelo de inteligencia artificial que analizó miles de imágenes satelitales recopiladas por el satélite Aqua, de la NASA, entre 2003 y 2020.
Los investigadores observaron un aumento “misterioso” en el área donde se han avistado eventos de merlán más de 14 veces en un período de 12 años desde 2003. Transcurrido este periodo de tiempo, la zona donde aparecen las manchas disminuyó gradualmente hasta los 25 kilómetros cuadrados en 2020. “Me gustaría poder decirte por qué vimos ese pico de actividad, pero aún no hemos llegado a una conclusión”, comentó Hu.
“Vemos algunas relaciones interesantes entre las condiciones ambientales, como el pH, la salinidad del agua y el comportamiento de los vientos y las corrientes, pero aún no podemos decir qué procesos mecánicos, biológicos o químicos exactos fueron responsables de ese pico en la actividad“, explicó Hu. “En última instancia, necesitamos hacer más experimentos de campo y combinarlos con investigaciones de teledetección como esta para comprender mejor los procesos de formación”, enfatizó. Los resultados del estudio se publicarán en febrero en Remote Sensing of Environment.