Una corte del estado de Colorado, EE.UU., condenó este martes a 20 años de prisión a la expropietaria de una empresa funeraria por diseccionar 560 cadáveres para vender los órganos sin permiso de las familias de los fallecidos.
Megan Hess, de 46 años, operaba la funeraria Sunset Mesa y otro negocio llamado Donor Services desde un mismo edificio en la localidad de Montrose. En julio pasado, se declaró culpable de fraude, recoge Reuters.
Junto con su madre, Shirley Koch, de 69 años, también sentenciada a 15 años de prisión, la mujer falsificaba formularios de donantes, algo que les permitía desmembrar ilegalmente los curpos y vender sus partes. “La conducta de Hess y Koch causó un inmenso dolor emocional a las familias y los familiares”, resumió uno de los fiscales a cargo del caso.
Mientras los fiscales resaltaron la “naturaleza macabra” del esquema de Hess, su defensa consideró injusto tacharla de “bruja”, “monstruo” o “demonio necrófago”. Es en realidad un “ser humano destrozado”, debido a una lesión cerebral traumática que sufrió a sus 18 años y a lo que puede atribuirse su comportamiento posterior, dijo su abogado.
Durante el juicio, las víctimas describieron su horror al descubrir lo que les había sucedido a sus seres queridos. A algunas familias, Hess les cobró hasta 1.000 dólares por cremaciones que nunca ocurrieron, mientras que otras recibieron contenedores con cenizas mezcladas de diferentes cadáveres.
En total, se evaluó que Megan Hess mintió a más de 200 familias. La jueza ordenó que ambas mujeres sean enviadas a prisión de inmediato.