Una nueva investigación de la Universidad de Australia Meridional demuestra que las partículas diseñadas de arena purificada podrían ser la próxima terapia contra la obesidad, ya que son capaces de impedir la absorción de grasas y carbohidratos en el tracto gastrointestinal, explica un comunicado de la institución.
Según un estudio publicado a finales de agosto, la sílice sintética derivada de la arena ha recibido una atención creciente por su potencial contra la obesidad, pues su administración oral provoca reducciones de los factores de riesgo metabólico tanto en animales como en estudios clínicos en humanos.
Desarrollado en colaboración con el centro de investigación irlandés Glantreo Limited, el nuevo tratamiento a base de la sílice sintética promete ser más suave para el estómago y tener menos efectos secundarios desagradables asociados al principal medicamento contra la obesidad, el Orlistat, subrayan los científicos australianos.
El investigador principal del estudio, Paul Joyce, afirma que este hallazgo podría cambiar la vida y la salud de al menos 1.900 millones de personas que luchan hoy en día contra la obesidad, una cifra que casi se ha triplicado desde 1975, según datos de la Organización Mundial de la Salud.
“La obesidad es un problema mundial […] A pesar de ello, en la actualidad se carece de terapias eficaces y libres de efectos adversos como diarrea, hinchazón y dolor abdominal, lo que suele disuadir a las personas de iniciar un tratamiento”, explicó el científico. “Los ensayos en humanos han demostrado que es una terapia segura“, agregó.
Además, Joyce señaló que hasta la fecha los investigadores no sabían cómo funcionaba exactamente esta sustancia. Ahora, el equipo detectó que las partículas de sílice porosa, con un ancho de poro de entre 6 y 10 nanómetros, funcionan localmente en el intestino desencadenando una respuesta inhibidora tanto de las grasas como de los azúcares.
“Esta investigación ha identificado los parámetros definidos para que la sílice porosa tenga efectos contra la obesidad”, afirmó Joyce, para añadir que esta afección se puede prevenir “completamente”. “Se trata de un gran paso para atajar una de las enfermedades más prevenibles del mundo”, destacó.