Aunque se disputa hace 92 años, han sido solo dos originales. La primera fue robada en Brasil por un argentino y de ella solo se conserva la base. De la actual, de la que el ganador recibe una réplica, se guarda la original en Zurich. Diseños, piedras de base e historial de ganadores y presidentes de la FIFA
La Copa del Mundo de Fútbol 2022 es, casualmente, la número 22 desde que la primera edición tuvo lugar en 1930 en Uruguay, que la ganó ese año, de local, y 20 años después, en 1950, en la vecina Brasil.
Sería la número 24, si no fuera por el hecho de que lo que debían ser las Copas de 1942 y 1946 no se jugaron, pues se estaba desarrollando la segunda guerra mundial, la más grande carnicería humana del siglo XX.
Sí se había disputado la de 1934, en Italia, en pleno gobierno fascista de Benito Mussolini; el local la ganó con la ayuda de 4 “oriundi” argentinos: Luis Monti, Raimundo Orsi, Enrique Guaita y Atilio Demaría, a quienes, como a todos los miembros del equipo, el propio Duce había amenazado en el vestuario con fusilar si no ganaban. A Monti, apodado “doble ancho”, por su notable torso, un antecedente le jugaba en contra: había jugado para la Argentina, y perdido, la final del Mundial de 1930, contra Uruguay. La de 1938, ya en clima de preguerra, se disputó en Francia, y volvió a ganarla Italia. El Eje tal vez pensaba que la Guerra sería pan comido.
Pero más allá del número de Mundiales, las “Copas del Mundo”, físicamente hablando, han sido solo dos: la original, llamada “Copa Jules Rimet”, por el francés Jules Rimet, el más longevo titular de la FIFA, que presidió la entidad desde 1921 hasta 1954, diseñada por el también francés escultor Abel Lafleur, y la actual, producto de un concurso organizado en 1974 que ganó el escultor italiano Silvio Gazzaniga.
La “Copa” actual consiste en dos figuras humanas sosteniendo la tierra con sus manos. El trofeo tiene 36,5 centímetros de altura, pesa 6,17 kilos, está hecha con 5 kilos de oro de 18 kilates y, en la base, de 13 centímetros de diámetro, dos capas de malaquita, una piedra semipreciosa con alto contenido de cobre que se presenta, como los paisajes de Catamarca, en “mil distintos tonos de verde” y, en ocasiones, de forma aplanada y ligeramente curva, como el traje o caparazón de la tortuga Manuelita, la de la bellísima canción de la eterna María Elena Walsh.
En la parte inferior de la base, metálica, se imprimen los nombres de los países que la ganaron desde 1974, con sus correspondientes años. El trofeo original queda en manos de la FIFA, que la guarda en su sede central, en Zurich. Lo que el equipo ganador se lleva a casa es una réplica de bronce enchapado en oro, oficialmente llamada “Trofeo del Ganador de la Copa Mundial”.
La primera “Copa del Mundo” estaba hecha en plata de ley enchapada en oro y mostraba la figura de Nike, diosa griega de la victoria, sosteniendo una copa octogonal. En 1970 se la quedó Brasil, de donde fue robada en 1983
Uno puede pensar que es una actitud amarreta de una entidad multimillonaria como la FIFA, pero lo cierto es que la experiencia con la anterior, la Copa Jules Rimet, no fue buena. Ese trofeo era ligeramente más bajo (35 centímetros de altura) y pesaba poco más de la mitad (3,8 kilos) que el actual, estaba hecho en plata de ley enchapada en oro y mostraba la figura de Nike, diosa griega de la victoria, sosteniendo una copa octogonal.
La base era de lapizlazuli, otra piedra semipreciosa, placas de oro con los nombres de los ganadores se iban agregando a los costados y la FIFA decidió que si un país la ganaba 3 vece, se quedaría definitivamente con “la Copa”.
Fue Brasil, que luego de ganar los Mundiales de 1958 (Suecia) y 1962 (Chile) y de ver cómo el de 1966 lo ganaba el local, Inglaterra, ganó el de 1970 (México) floreándose en la final, como en todo el torneo, con un contundente 4 a 1 sobre Italia, de la mano de Pelé, Tostao, Jairzinho, Rivelinho, Gerson, Carlos Alberto y otros notables de la historia del fútbol mundial. El arquero de ese “scratch” era casi una figura decorativa.
Echale la culpa a Río
La “Jules Rimet” se mudó así a la sede de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), en Rio de Janeiro. Antes del Mundial de Inglaterra, había estado un tiempo en Londres y un día desapareció, pero fue encontrada por un perro, de nombre Pickles, tras unos arbustos cercanos. Pareció una broma.
Peor fue lo que sucedió en Brasil: la Copa, que había sobrevivido la Segunda Guerra Mundial, fue robada en diciembre de 1983 y nunca más fue encontrada. Miguel Murilo, el detective a cargo del caso, dio con los dos brasileños que habían perpetrado materialmente el robo, José Luiz Vieira, alias “Bigote”, y Francisco Rocha, alias “Barba”.
Bigote y Barba delataron como autor intelectual al argentino Juan Hernández, por entonces el fundidor y vendedor de oro robado más famoso de Río. El detective interrogó a Hernández, que nunca reconoció el delito, pero igualmente fue condenado a prisión. El oro, probablemente, ya había sido fundido y vendido. “Le dije que para los brasileños era una bofetada que un argentino haya convertido la Copa en lingotes de oro y vi que en su rostro se dibujaba una sonrisa”, contó Murilo, para quien esa canchereada argenta fue lo más cerca que estuvo de lograr una confesión.
La CBF hizo una réplica que mantiene en su poder. Del original solo se conserva la base, en poder de la FIFA.
Las nación más ganadora de Mundiales de Fútbol sigue siendo Brasil, que lo hizo en 5 ocasiones (1958, 1962, 1970, 1994 y 2002) en tanto que Alemania (1954, 1974, 1990 y 2014) e Italia (1934, 1938, 1982 y 2006) ganaron 4 veces cada una. Hasta hoy, la Argentina (1978 y 1986), Francia (1998 y 2018) y Uruguay (1930 y 1950) la ganaron 2 veces cada una e Inglaterra (1966) y España (2010) completan el octeto de naciones que levantaron “la Copa”.
Una repartija bastante concentrada, pero menos que la presidencia de la FIFA que sin contar un par de breves interinatos tuvo en 118 años, desde 1904, solo 9 presidentes, de solo 5 naciones: el francés Robert Guerin (1904-1906), el inglés Daniel Burley Woolfall (1906-1918), el francés Jules Rimet, el belga Rodolphe Seeldrayers (1954-1856), el inglés Arthur Drewry (1956-1961), el también inglés Stanley Rous (1961-1974), el brasileño Joao Havelange (1974-1998), el suizo Joseph Blatter (1998-2015) y el actual, el suizo Gianni Infantino. Eso sí, el argentino Julio Grondona, que durante 35 años presidió la Asociación del Fútbol Argentino, fue durante 26 años, desde 1988 hasta su muerte, en 2014, vicepresidente senior de la entidad, a cargo de su víscera más sensible, la Tesorería.